jueves, 21 de octubre de 2010

del poema de Czeslaw Milosz: Encuentro (version)

rumores apagados en la sala oscura
la sala dentro del paisaje vegetal de la noche
es un cubo incomprensible para pequeños seres feroces
que estaran inclinados muertos sobre una cruz del camino
 que los retiene atrae y reclama desde su primer dia en la tierra
el olvido pleno a cada paso necesita esa cruz para tomar lo suyo
pero una sonrisa dada, niña de lo muerto temprano
casual a un casual caminante en una jornada cualquiera sobre verdes y aromas
sera una oda ciclica y ostinada
murmurada por lo bajo en el asombro sin fin
y dira eternamente:
donde
donde esta ella
donde esta ella

la espera

una silla de madera
inexacta
hunde la habitacion en la espera
los paños polvorosos de las ventanas
aflojan su gravedad
deslizandose en una linea imperceptible
cuyo magnetismo proviene de un sol
o caricia (o intencion de un sol)
detenida ante la  prohibicion de ver un rostro humano
 geometria irregular de algunos libros
geometria irregular: perversos gnomos de lo cotidiano
dadas en las sombras que ponen charlas irreales
en una espacio emotivo  languido
por medio de suave temblor de lo oscuro
.....en una mente fragil
se inclina
el tiempo
cierra en las manos
la cabeza cae en el pecho: se hace borrosa
la fecha de un desencuentro
cuando las paredes olian un perfume artificial de rosas
un vaiven es lo vivo y esta en lugar de lo vivo
y hace de lo vivo una madeja en su cumulo de lanas
el piso de maderas roidas abre sus fauces de cedro
... y espera

la niña no esta

una habitacion sola
orden infantil amarillo y verde
numeros pares de sol y sombra
equidistancias
salvan
lo tenebroso en lo irregular
lo incompleto en el objeto brillante
la niña no esta
un vestidito de puntos rojo sobre blanco
arrugado sobre la cama es la muerte rosada
un grito sostenido
inaudible por el oido  cancino de lo humano
hace del nombre de esa niña
un doble oscuro en desvario
la habitacion sola afina sus angulos
y pudre sus colores en el corazon de una flor arrancada
suspiro
pero mi suspiro
apenas arroja un puñado de tierra humeda
y aire caliente
en una esfera casual e indiferente