lo que muere delante nuestro investido
de la brutal máscara de una sonrisa
y nos mueve en una vena azul
de deseos dispersos
el movimiento que damos
a un golem que fuera nuestro amor
y nos mata de pie lentamente
por la esperanza de amnesias
como parajes del antiguo encuentro
de la dicha en la piel
y la presión y el tacto como una voluntad
de pervivir la infinitud
en la ostinación de la caricia y el equívoco
lo que muere delante nuestro investido
de un reconocimiento en contra del vacío
y del temor de la calle oscura y la cabeza baja
hace que se pudran los vientos de la primavera
y una argamasa agria habite nuestras manos
siendo el corazón único
callado
nudo inútil y seco
una garra que une la bifurcación del camino
la caída a la vera en el descanso del cielo
y la flotación en plena esperanza
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