miércoles, 2 de febrero de 2011

Para que saberlo de Alejandro Dorado, el Martes, 01 de febrero de 2011 a las 8:03

Seis y cuarenta de la mañana. Unos mates con cáscara de naranja. Hábito que casi perfectamente reemplaza al cigarro. Todos aún duermen pero hay actividad de camiones en la calle, Hay una tensión insostenible en lo que aletargó la noche. Las máquinas, su ruido metálico, su cohesión dada por la penosa continuidad de un  en egranaje en otro y en otro. La violencia controlada de las máquinas es lo primero que destruye el incipiente descubrimiento que hace la luz de la apariencia no humana de las cosas. La voracidad del hombre aún duerme o aún no cosecha su fruto.. Hombres simples montando camiones antiguos, obsoletos, con escasa capacidad de maniobra y dirección..son los dueños de la calle. En cada esquina, aunque no lo saben, bajo la idea , no, no hay ideas, bajo la oscura pasión por los finales, en cada esquina apuran el acelerador "(porque a esta hora nadie anda por la calle")..y alguna vez..
Me siento en el borde de la cama y la miro. Te miro. La bella durmiente. Tienes tus cabellos como una cascada casual en la almohada. Tu mano hemosa retiene mi atención, es un filtro, un ajenjo que cambia mi sentido de la proporción y del tiempo.  Estruendos  ya en la calle que no me importan absolutamente nada: aunque al salir no encuentre lo despavorido, lo verdadero que mostraba el primer sol. Porque estoy delante de ti.
Pienso en lo inascible. Pienso que somos siempre así para los demas, como tu para mi ahora, dormida en lo que realmente eres.
Signos de una belleza y gracia ofrecida y misterios que solo pudieran descubrirse con sentidos que estan  otorgados más allá de esa presencia que otorgamos, de esa mínima entrega de nosotros mismos aún a nuestro pesar,  hecha de elementos de lenguaje, de arrullo materno, de todo aquello que significó y domesticó nuestro grito primal insatisfecho.
Por eso queremos lastimarnos, gritarnos, devorarnos con furia innecesaria y nos paseamos con cierta indiferencia de ciervo destinado a los lobos en la sala de recepción de nuestros amores.
Dejo de pensar y te miro:
Te veo al pie del arbol del buda, presionando una puerta al infinito de ti misma. Me tienta tu redondez bajo la seda. Lo irregular desbarata mi concepto de lo imperfecto..lo amado por mis manos niega todo concepto de lo perfecto. Toco tu culo que adoro. Te arqueas levemente y suspiras. Adelantas tu mano, como si esa puerta se hubiera abierto. Se que no podré acompañarte alli, alli menos que en este limbo que ahora somos entre ambos absolutamente dulce y placentero.
Entonces oficio de aliado de los demonios, que retienen en el embeleso a los hombres para su propia perdición y locura..porque es el hombre el dios que el demonio elije.
Hago circulos cada vez más intensos acarciándote, siguiendo simplemente la forma de caricia que tienes. Apreto tus muslos con fuerza, Tomo el sabor de ellos con mi lengua..te anticipo, te convierto en un animal para que asi despiertes como una naturaleza en mi boca.
Me miras con un pequeño reproche en los ojos. Le doy la forma de un abrazo a tu desperezo. Pego mi boca en la tuya para copiarte mi sonrisa leve. Y ya somos el paraiso que podemos darnos por el mero hecho de estar juntos.
Ya somos una renegación en el instante. Ya somos un pedernal tierno. Ya desconocemos el lenguaje. Ya recuperamos el grito ante las puertas del infinito..y no lo sabemos. Para que saberlo, si estamos amandonos

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