en el tiempo del salto del gato tuerto roído por el tiempo
una mirada sorprende su temor desvalido impotente
pero ni esa mirada ni el gato viejo son ajenas
a una hermandad siniestra y solitaria.
desde mi silla de mármol velo los sobrevivientes
que se mueven entre falsas caídas en la cumbre
y la noche nos odia a ambos:
y la noche desprecia lo que tiene rasgos solares
y niega el escondido secreto y la pacifica música
que esta en el centro
en el misterioso centro de la tiniebla
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